martes, 25 de julio de 2006

0. Preludio

En la geometría descriptiva, concretamente en la perspectiva cónica, hay una máxima que viene a decir que… uno sólo aprecia la verdadera magnitud de las cosas cuando están tan lejos como el horizonte, es decir, sobre el papel sólo puedes dibujar en verdadera magnitud si el objeto está en la línea de horizonte. Es una frase muy clarividente, aunque sólo se trate de dibujo, porque lo que es el ojo humano también trasmite el entorno al cerebro a través de un punto de vista y este lo traduce como si de un dibujo cónico se tratase, aunque estereoscópico, con dos fuentes, dos ojos, eso si no eres tuerto.

Y no obstante... ¿nunca te has preguntado, a qué distancia empiezas a ver las cosas en su verdadera magnitud? ¿a un metro? ¿a un pie? ¿o a una legua? ¿No es más cierto que eso resulta absurdo? son medidas de hombres, que si el sistema fuera otro, o la época, serían de otra magnitud, aunque siempre finitas. Mas en el horizonte, que es la distancia infinita, hasta el punto que es algo abstracto, y que en el dibujo se ha de limitar con una línea si cabe más abstracta, una recta, sin principio ni fin, es donde como en la ficción del papel vemos la verdadera magnitud de las cosas. Y ahora, mira el horizonte y su extensión, que es el firmamento, y podrás ver las estrellas en su verdadera magnitud, y tan sólo son un punto en la inmensidad. Entonces, cuánto más tú si te observas desde esa distancia, comparados con esos luceros, parecerás sólo polvo. ¿O acaso tu visión del universo sigue siendo tan egocéntrica, que sigues creyendo que la verdadera magnitud de las cosas están a lo más a un palmo de tu nariz? si así es, ten cuidado porque con toda seguridad lo verás todo desenfocado ;-).

“Que el árbol no te impida ver el bosque, aléjate unos pasos de él, y lo verás.”

Un saludo :-).

martes, 4 de julio de 2006

La ligadura del amor

A ver, lo primero que hay que tener en cuenta es que hay distintos tipos de amor. No es lo mismo el amor que se procesa una pareja de novios que el amor de un padre a su hijo, o el amor entre hermanos y evidentemente con diferencia, en nada tiene que ver con el amor de Dios hacia nuestras vidas o el amor que proviene de Dios, y del cual es precisamente sobre el que vamos a reflexionar.

Las ligaduras solo existen cuando algo o alguien tiende a separar las partes, mientras no haya nada que impida la unión no hay necesidad de ellas.

Al principio, no había necesidad de ninguna ligadura, el hombre no conocía pecado y por tanto el diablo tampoco ejercía ninguna autoridad sobre él. Así que la relación entre Dios y el hombre carecía de obstáculos, prescindía de ligaduras, y el amor de Dios al hombre y viceversa formaban parte, digamos, de la comunión llana; como por ejemplo, le sucede a una pareja de recién casados, al principio el amor es algo innato en la relación, no obstante aquí es algo que con el paso del tiempo se debe ir trabajando o si no se acabará apagando, aunque insisto, hablamos de otro tipo de amor.

Si bien, la diferencia con el ejemplo anterior es que el amor siempre pudo haber sido algo innato. Pero cuando el hombre violó el mandamiento de Dios, pecando, su amor dejó por nuestra parte de corresponder como antes. Ahora el pecado, como a todo nuestro ser, lo había contaminado, y este se oponía y se opone a la relación con Dios, puesto que Él es Santo. Además, tampoco hemos de olvidar, que el Diablo valiéndose del pecado esclavizó al hombre.

Ahora si era evidente la necesidad de una ligadura, el amor. Las misericordias de Dios, las bondades, así como otras manifestaciones de su amor se convertirían en la única y gran ligadura que podría y puede hacer volver al hombre a Dios y llenar así el vacío de su corazón.

Ante este vacío, sigue habiendo dos opciones, una y la aparentemente más amplia, pero que ha llevado al hombre a la ruina en la que se encuentra, es intentar llenarlo por sus medios (sentimiento y emociones), lo cual no ha sido otra que inventar sucedáneos de Dios, desde las religiones, a la filosofía, pasando por lo que unos se atreven a llamar “ciencia”, cuyas ideas son mucho más antiguas de los que muchos pudieran imaginar, y hasta las drogas, y no sé, tantas como personas pululan por este mundo.

Sin embargo, existe una segunda que ya hemos dicho, y simplemente es asirse, agarrar, recibir, aceptar ese amor que Dios nos da:

"Porque de tal manera amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él crea, no se pierda, mas tenga vida eterna." Juan 3:16

Grandes son las fuerzas que se oponen a que el hombre se acerque a Dios como en el principio, sin embargo nada tienen que hacer contra el amor de Dios. Jesucristo venció a estas fuerzas: a la muerte (espiritual-eterna), al pecado y al Diablo; no hay porque tener miedo entonces.

Una locura ¿verdad? pero bendita locura, amigo! :)