viernes, 28 de marzo de 2008

Children see, children do

La aseveración del título es del todo cierta hasta extremos insospechados. ¿Por qué decir eso? Jeje, porque nunca se es lo suficiente mayor como para entender del todo, cuánto hay de ti, actitudes, maneras, moral,... que son un fiel reflejo de las acciones que has visto en tus padres, además de tus primeros amigos, tutores y familiares, pero sobre todo, de aquellas personas con las cuales más tiempo compartiste.

Pero antes de seguir leyendo, vean el video.



"Los niños ven, los niños hacen."

Lo extraño de todo esto es que ello no quita que un chiquillo se convierta en todo un "macarra" pese a tener un testimonio ejemplar de sus progenitores, y aún si me apuras de su círculo más cercano como amigos, tutores, familiares,... De acuerdo que esto limita mucho las probabilidades. Pero siendo sincero tampoco las cierra. Ahora, a la inversa, curiosamente, un mal ejemplo desde los principales vínculos afectivos, con toda seguridad, condenan a cualquier muchacho a repetir los mismos errores, e incluso a superarlos.


Lo más alarmante de todo esto es cuando los mayores nos llevamos las manos a la cabeza, y nos preguntamos con todo el descaro y la hipocresía, ¿qué está pasando por la cabeza de los niños, que en los titulares aparecen tantas noticias sobrecogedoras? Como por ejemplo la de estos días pasados, cuando un grupo de adolescentes abusan de un niño de 9 años. Y para colmo la única conclusión a la que llegamos es: ¡qué triste Código Penal el nuestro! Por cuanto no contempla ningún artículo para procesar estos infames e infantiles esperpentos.

No, señores y señoras, pensémoslo bien, ahí no está el error. Es lógico que un Código Penal no recoja ningún elemento para procesar a adolescentes. Básicamente por que un niño de 14 años (por seguir el hilo de la anterior noticia) podría estar pensando muchos tipos de gamberradas y puñetas pero jamás éstas deberían dejar de ser, al fin y al cabo, cosas de niños.

¿Entonces el problema es que los niños dejan de ser niños a cada vez edades más tempranas? ¡NO! Hoy, ayer y siempre se cumplirá la máxima: Children see, children do. Los niños son niños. Por definición un niño es un ser inocente, que no sabe lo quiere, salvo lo que ve. Por lo cual el problema es que los mayores, cada vez antes, empiezan a tratar a los niños como si no fueran tales. Y entonces empezamos a discutir que si el Código Penal está desfasado, que si los niños son invulnerables ante la ley. En definitiva, a perder el tiempo.


La sociedad actual no puede hacerse eco de este proverbio. Al contrario, debería decir: “hijos míos, olvidaos de mi enseñanza y vuestro corazón repudie mis palabras.” Porque el ejemplo que al fin y al cabo estamos dando es nefasto.


Tampoco es que esté a favor de la presente actitud de la legislación con respecto a condenar las acciones físicas de disciplina. ¡Cuidado! hablamos de un cachete. Pero en lo que sí me ratifico es que el Código Penal estaba bien como estaba. ¿Por qué? No, no porque me lo haya leído, sino porque hasta no hace mucho cumplía su función: proteger al menor. Y si ahora dicho privilegio se ha vuelto en nuestra contra, es precisamente porque el tamaño del paraguas de dicha cobertura se ha quedado pequeño. En ese sentido sí apoyo cualquier reforma del Código Penal. Porque ahora, también deberíamos empezar a defenderlo de los malos ejemplos, aun cuando intrínsecamente estos no constituyan un delito. Porque lo que los niños ven, eso hacen, y lo que es más, a lo que hacen no saben ponerle fin. ¿Y es esto malo? No por sí sólo, porque un niño que vea el bien, eso hará, y además jamás le pondrá fin.

En ese sentido seamos como niños, pero actuando como adultos. Examinémoslo todo y retengamos lo bueno, porque de la abundancia del corazón habla la boca, y no es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre, sino lo que sale de ésta. Y la lengua es un fuego, un mundo de iniquidad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, la cual contamina todo el cuerpo, es encendida por el infierno e inflama el curso de nuestra vida. Porque todo género de fieras y de aves, de reptiles y de animales marinos, se pueden domar y ha sido domado por el género humano, pero ningún hombre puede domar la lengua; es un mal turbulento y lleno de veneno.

P.D. Si tan sólo lográramos cerrar, o al menos desterrar a horarios de madrugada, los programas de la farándula, shows donde unos insultan a otros. Con sólo eso, me apuesto lo que fuera, que la situación ya empezaba a cambiar. Porque ¡¡¡children see, children do!!!