martes, 4 de julio de 2006

La ligadura del amor

A ver, lo primero que hay que tener en cuenta es que hay distintos tipos de amor. No es lo mismo el amor que se procesa una pareja de novios que el amor de un padre a su hijo, o el amor entre hermanos y evidentemente con diferencia, en nada tiene que ver con el amor de Dios hacia nuestras vidas o el amor que proviene de Dios, y del cual es precisamente sobre el que vamos a reflexionar.

Las ligaduras solo existen cuando algo o alguien tiende a separar las partes, mientras no haya nada que impida la unión no hay necesidad de ellas.

Al principio, no había necesidad de ninguna ligadura, el hombre no conocía pecado y por tanto el diablo tampoco ejercía ninguna autoridad sobre él. Así que la relación entre Dios y el hombre carecía de obstáculos, prescindía de ligaduras, y el amor de Dios al hombre y viceversa formaban parte, digamos, de la comunión llana; como por ejemplo, le sucede a una pareja de recién casados, al principio el amor es algo innato en la relación, no obstante aquí es algo que con el paso del tiempo se debe ir trabajando o si no se acabará apagando, aunque insisto, hablamos de otro tipo de amor.

Si bien, la diferencia con el ejemplo anterior es que el amor siempre pudo haber sido algo innato. Pero cuando el hombre violó el mandamiento de Dios, pecando, su amor dejó por nuestra parte de corresponder como antes. Ahora el pecado, como a todo nuestro ser, lo había contaminado, y este se oponía y se opone a la relación con Dios, puesto que Él es Santo. Además, tampoco hemos de olvidar, que el Diablo valiéndose del pecado esclavizó al hombre.

Ahora si era evidente la necesidad de una ligadura, el amor. Las misericordias de Dios, las bondades, así como otras manifestaciones de su amor se convertirían en la única y gran ligadura que podría y puede hacer volver al hombre a Dios y llenar así el vacío de su corazón.

Ante este vacío, sigue habiendo dos opciones, una y la aparentemente más amplia, pero que ha llevado al hombre a la ruina en la que se encuentra, es intentar llenarlo por sus medios (sentimiento y emociones), lo cual no ha sido otra que inventar sucedáneos de Dios, desde las religiones, a la filosofía, pasando por lo que unos se atreven a llamar “ciencia”, cuyas ideas son mucho más antiguas de los que muchos pudieran imaginar, y hasta las drogas, y no sé, tantas como personas pululan por este mundo.

Sin embargo, existe una segunda que ya hemos dicho, y simplemente es asirse, agarrar, recibir, aceptar ese amor que Dios nos da:

"Porque de tal manera amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él crea, no se pierda, mas tenga vida eterna." Juan 3:16

Grandes son las fuerzas que se oponen a que el hombre se acerque a Dios como en el principio, sin embargo nada tienen que hacer contra el amor de Dios. Jesucristo venció a estas fuerzas: a la muerte (espiritual-eterna), al pecado y al Diablo; no hay porque tener miedo entonces.

Una locura ¿verdad? pero bendita locura, amigo! :)

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