
La serie de cuadros están inspirados en el libro de Eclesiastés, cuyo tema central trata precisamente la vanidad de la vida. La idea fundamental es que somos un soplo, hoy estamos y mañana no, aun nuestra huella e incluso nuestra memoria se pierden en el olvido. Todo el libro está salpicado de notas pesimistas, sólo alivianadas por el pensamiento de que Dios, en medio de todo nuestro peregrinaje por ésta vida, está ahí tendiendonos su mano para dar sentido a cada paso que demos, nos ocasionen desdichas o delicias. Y es que, de qué manera habría experimentado el Predicador, sobrenombre del autor, la vida, que habiendolo probado todo, en palabras suyas, sólo puede concluir exclamando: teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque esto concierne a toda persona. Porque Dios traerá toda obra a juicio, sea bueno o sea malo.
En otro pasaje de la Escritura la idea de la vanidad queda bien plasmada: "Toda carne es como la hierba, y toda su gloria como la flor de la hierba, secase la hierba, caese la flor..." y aquí viene lo que marca la diferencia, la esperanza, "...mas la Palabra del Señor permenece para siempre." 1ª Pedro 1:24-25. ¿Por qué? Porque está fundada en la Verdad, en la sangre de Cristo y en su resurrección.




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