jueves, 8 de febrero de 2007

El asterisco, un rebelde incomprendido

Están por todas partes, mires a donde mires hay uno. Algunos casi imperceptibles, otros un pelin más grandes, y aunque nacen y se reproducen durante todo el año, en ésta época florecen especialmente; las rebajas son, digamos, su época de celo, y los precios son su abono. Del reino de los Símbolus, del orden de los Puntículus, de la familia de las Redonduceas y de los distintos géneros de 5, 6 y hasta 8 puntas, permítanme que les presente al Asterisco.

El asterisco, en efecto, es ese puntito con forma de estrella que entre otras cosas suele aparecer coronando los números, al estilo rapero, al final de su cifra. De un conjunto informativo, son la parte, gráficamente hablando, más insignificante, pero en cuanto al valor comunicativo componen la parte más valiosa.

El asterisco transmite una sensación de indefensión, soledad y marginación que contrastada con la realidad resulta paradójico. Porque por un lado, amparan en la legalidad a la mayoría de los documentos en los que aparecen, gracias a sus oportunas anotaciones. Por otro lado siempre van, al menos, acompañados de otro asterisco. No obstante, también se les ha visto en pareja de dos en dos y hasta de tres en tres. Y respecto a lo de marginados, pese a que es cierto que entre la plebe no gozan de una gran popularidad, siempre van acompañados de su amiga la letra pequeña.

El asterisco es un genio incomprendido, un aliado despreciado y un amigo a menudo invisible. Es aquel que nos susurra la verdad cuando, hipnotizados por una bonita cifra o un llamativo contrato, no oímos a razones y nos deslizamos a la trampa de intrincadas cláusulas o condiciones.

El asterisco no es un objeto, no es solo una figura bonita; también posee su sentido y significado propio que lo distingue del resto de los símbolos. Y puesto que estos no son equiparables al alma y a los sentimientos, jamás dejará por ello de cumplir su función, pese a verse ofendido, debido a nuestra ira sin causa, cuando apercibido por él, entendamos, equivocadamente, que nos chafan la oferta que encandiló nuestra atención.

El asterisco nos quiere decir algo y entonces uno descubre, en ese momento, que hay alguien que le debe tener mucha más tirria de la que jamás podamos llegar a tenerle nosotros. De otro modo, no entiendo como es posible que en relación al resto del soporte, hayan imprimido (se dice impreso, pero a mi me gusta más así) con ridículo tamaño al asterisco y a su compañera, la que burlonamente llaman letra pequeña, lo cual, cuanto menos, es un eufemismo. Porque si tienes suerte y la ves en una revista presentable o se trata de un documento legal, se podrá leer, con no poco esfuerzo; pero si se trata de papel de periódico, más que leer, tendrás que adivinar. Pero ahora, lo peor es cuando va pegada al autobús, porque a menos que tengas vista de lince o se pare, no la lees. O cuando está en un panel publicitario de ocho por cuatro metros, a otros cuatro metros del suelo, que te tienes que acercar tanto para distinguirla que te causa de esguince cervical.

El asterisco es un rebelde incomprendido, que lucha por no desaparecer entre la vanidad de pixeles que dibujan sinuosas formas que llaman nuestra atención, con el único fin de estimular nuestro apetito, por frutos no siempre suculentos y beneficiosos, que en un mercado de consumo, será muchas cosas, menos astringentes para nuestra cartera.

El asterisco es un remiendo chapucero en medio de una sociedad con demasiado descosidos, es decir, demasiadas mentiras que se pasean como verdades como puños. Puños que atenazan nuestras libertades en brazos de compañías publicitarias que rigen con mano de hierro lo que según ellos, debemos pensar (jeje, esto me ha quedado antisistema total).

El asterisco pareciera un agente doble, por cuanto, a veces, uno no sabe a quien beneficia más. Si al publicista, por cuanto le da carta blanca para imprimir falsas promesas al bajo precio de oportunas, aunque pequeñas, aclaraciones que le contradigan; o al consumidor, por cuanto nos advierte precisamente con sus matizaciones las mentiras envueltas en luces de neón. Por este motivo, el asterisco mal usado también es como una verdad a medias, engaña más que una mentira y convence más que una verdad.

Por eso y más, el asterisco necesita toda nuestra atención cuando miremos un anuncio, firmemos un contrato o conozcamos a una nueva persona (en sentido figurado, claro). Porque más vale descubrir su oportuna anotación pese a nuestra propia decepción, que ignorarlo y dejarse caer en la tentación.

Dice el proverbio verdadero: El que pone atención a la palabra hallará el bien. Y cuánta razón tiene, porque las palabras del hombre a menudo son dichas con dobles, qué decir de los anuncions; y a menos que prestemos atención podemos caer en "la trampa". Por otro lado, continúa diciendo el proverbio, la segunda parte del versículo: Y el que confía en el Señor es bienaventurado. Lo cual tiene tanta o más razón, porque en cambio la Palabra de Dios no contiene dobleces, no necesita de asteriscos, aclaraciones o demás, sino que su Sí es Sí, y su No es No; sus promesas son imperturbables y ella nos habla con la misma autoridad con la cual el Señor se dirigía a los hombres, cuando abriendo su boca decía: de cierto, de cierto os digo...*

Un saludo :)).

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sábado, 6 de enero de 2007

Aprendiendo

Esta tarde escuchaba el testimonio de un guardia civil de las islas Canarias acerca del drama de la inmigración que me hacía pensar. Argüía que pese a que él era un hombre de la ley, que no solo tiene que cumplirla sino además hacerla cumplir, no se olvidaba que quienes venían en esas pateras eran personas, y que por encima de todo estaban esas personas. Que la ley es muy importante, pero las personas lo son mucho más, y puestos a respetar una de ellas, sin duda alguna, afirmaba, primero había que respetar a las personas, y luego, en segundo lugar, a la ley. No son criminales, sólo son personas que buscan algo mejor. Si llegan con hipotermia, y hay que encender una fogata en medio de la playa, se enciende con lo primero que tengamos a mano.

Porque pienso y digo: que importa que la ley de costas prohíba tal acto. ¿Acaso la ley fue hecha para servir a las costas? No, eso sería absurdo, y no es el único ejemplo. En cambio, fue hecha para servicio y comodidad de las personas. ¿Seremos tan intransigibles que en vistas de una necesidad mayor amemos más a la ley que a la persona, contad que ésta se cumpla? Pero si en verdad queremos cumplir con la legalidad, habremos de servir al prójimo y no a nuestra arrogancia.

Luchemos porque no llegue ese día, en que cegados por el artificio religioso prefiramos el sacrificio hueco a la misericordia. Pero si ese día ya está entre nosotros, permita Dios que nuestro entendimiento sea abierto y comprendamos la situación, porque aun entre los llamémonos cristianos bien hemos podido caer en el error. Y dado el caso atendamos a la Palabra que susurra a nuestros oídos: misericordia quiero y no sacrificio. Y entonces, pese a nuestra propia decepción, con gusto la retengamos, la Palabra, contad de volver a saber que es lo que significa, porque no en vano por encima de nuestra decepción está siempre Su perdón.

Un saludo.

sábado, 23 de diciembre de 2006

Una sucesión de simpáticas circunstancias

Son las 6.00 de la mañana, y no es una canción de Aventura, es mi padre que me llama para despertarme. Me ha de llevar a la estación para coger el regional Cádiz–Sevilla. Sale a las 7.07, así que me llevo 15 minutos más rebosándome entre las sabanas. Luego levanto la persiana y oscuro, oscuro como el futuro de un inodoro de carretera. Pero dicen que a quien madruga Dios le ayuda. Lo cierto es que esto es más bien un dicho popular, en cambio el salmista sostiene que por la mañana a Dios buscaré porque en Él espera y confía su alma.

Pero ya son las 6.16 y uno ya anda estresado, prepara las cosas, enciende el ordenador para dejar enchufada la eMula, lávate, aséate, vístete, un vasito de leche calentito y puerta. Cogemos el coche, salimos del garaje, “buenos días atrevidos y atrevidas” dice la radio, pero si todavía es de noche digo yo. Y una vez en la estación con el billete en la cartera subo al tren. ¡¡¡Pasajeros al…!!! Tengo un libro para leer sí, pero con el traqueteo del tren me entra un sueñecito que me deja K.O.

En las sucesivas paradas, me voy despertando, y hay quien diría suerte, nadie se sienta a tu lado. ¿Oleré mal? ¿Se me olvidó peinarme? ¿No estaré roncando? No. Bueno, quizás se me olvidó peinarme, no sería la primera vez, pero de las otras dos cosas no tengo conocimiento, pero esa no es excusa para que nadie se siente a tu lado. En fin, tampoco esperaba mantener ninguna conversación de Jerez a Sevilla, ya casi nadie se presta a eso. Así que con los pies congelados sigo durmiendo.

Toc, Toc, (no llaman a la puerta, es al hombro donde me aporrean). Ups! es el revisor, claro, se me olvido decir que llevaba los cascos puestos y entre el sueño y la música ésta, que relajaría hasta el huracán el niño, no me entero de ná. El caso es que me pide el ticket, me despierta y como un acto reflejo lo saco de la cartera, lo pica, lo vuelvo a guardar y vuelta a dormir...

A la altura del pueblo de Dos Hermanas, como viene siendo habitual despierto como si de un despertador se tratase. En poco minutos bajaré en mi estación donde como también viene siendo habitual haré trasbordo con el cercanías. Pero sorpresa, vamos con retraso y el circular ya habrá pasado para entonces. Me depara media hora de espera, la cual aprovecho para desayunar. Tiempo por perdido bien aprovechado es tiempo bienvenido. Ja! se me ha ocurrido ahora ¿Qué te parece?

Pero no por mirarlo todo con filosofía se convierte esto en un buen día, y ni tan siquiera la ironía va arreglar este día aquí en Sevilla.

El caso es que llego a donde paro entre semana, preparo unos papeles, he de hacerme la rutinaria revisión médica antes de optar a presentarme al teórico del carné de conducir. Y con mis papeles yo que cruzo Sevilla un ratito a pie y otro caminando, y otro trecho en tren.

Y allí que se presenta el menda, u sea ser servidor y su cuerpo serrano, y lo típico, primero, recogida de datos. Preguntan: –¿estás casado? Cavilo interiormente: –pero qué dice esta mujer, acaso lo parezco. Y respondo, me parece que hasta con tono alarmado: –no, soltero. Pero bueno, la siguiente tanda de preguntas me reanima. Que si enfermedades, que si alergias, y la verdad, te alegra pensar que gracias a Dios uno no sufre nada de eso. El caso es que con la alegría que le dije a cada respuesta que no, me dieron ganas de decir al final: –sano, sano como un roble; de hecho lo pensé, pero me lo callé y solo sonreí.

Pero que desilusión, luego me toma la presión y me dice que la tengo un poco alta. Pero quizás sea con razón, pues no en vano me he dado una buena caminata hasta allí. En fin, pero lo que de verdad me mosqueó es que no llegaba a leer bien con un solo ojo las letras más pequeñas del cuadro, y bueno, y lo de que casi confundo el rojo con el azul después del destello ya no tiene nombre. Con la buena vista de la que he gozado siempre. En fin, supongo que esto debe ser cosas de la edad, al igual que la aparición de entradas, así que dejemos lo de cuerpo serrano por cuerpo a secas.

Pero lo que no esperaba es que además los aparentase, bueno, lo de si estas casado fue una pista, pero lo que despejó todas mis dudas fue cuando ya de vuelta, solo que ésta vez en bus, me dejo caer por el Corte Inglés para echar algún vistazo y se me acerca uno de los chavales que anda por allí para preguntarme si quería sacarme la tarjeta de compras del propio Corte Inglés. Claro, yo le digo que creo que la tengo, bueno, no yo, sino mis padres. Y entonces me dice: –entonces la conoces, y ya sabes de sus posibilidades. Y claro, entonces me doy cuenta y le digo: –aun soy estudiante. No sé quien puso más cara de decepción si el tío o yo.

En fin, tenía una hora para hacer trasbordo desde que piqué el bonobús en los Remedios, así que debía darme prisa para coger el autobús. Que bueno que nada más salgo de Corte Inglés allí está el bus y una cola impresionante para meterse. Que ironía, esta mañana bien temprano en el tren eche de menos el calor humano al lado y ahora me sobraba por todas partes. Ya sabéis, ahí todos apretujados como ganado. Pero lo más incomodo fue cuando el conductor tuvo que pegar un frenazo porque se le cruzó uno. Y si conocéis la ley de la inercia o al menos la habéis experimentado, los cuerpos como el del señor mayor que estaba a mi lado, tienden a seguir en movimiento rectilíneo uniforme, a no ser, que algo les frene, como fue el caso, esto es de mi propio codo. Afortunadamente, al menos eso dijo, no se hizo daño. Pero yo sentí el golpe, y que le iba hacer, si no continuo agarrado con ese brazo caigo sobre otra persona como ese señor cayó sobre mi codo.

En fin, ya de vuelta, parece mentira eran las 6.15 cuando me levanté y ya casi se ha perdido la mañana, desde luego me he perdido las clases, ya solo me queda esperar hasta la hora de almorzar.

Bueno, las siguientes pocas horas pasaron sin pena ni gloria, comer, estudiar y tirar para la autoescuela para que por fin me den una fecha para el teórico. Y al final tantas prisas esta mañana para nada, el cupo para el próximo examen está completado –tendrás que esperar a enero para examinarte.

Ya ves, no ha empezado el 2007 y ya estamos haciendo planes para él. Y no sabemos como será, ni que nos deparará. Como yo en éste día cuando me levanté, quien me iba a decir que todo marcharía tal y como fue y me pasarían esas cosas que os cuento y otras que me guardo. Qué nos garantiza que cuando miremos por la ventana no lo veamos todo tan oscuro como el futuro del inodoro de un bar de carretera. De hecho, quien te garantiza tu futuro. Cuántas variables están fuera de nuestro control. No es cuestión de tomarse la vida con filosofía, ni tratar el tema con ironía, pero tampoco es cuestión de aceptar una religiosidad tal como la contenida en la frase, que a quien madruga Dios le ayuda. En cambio, sí es cuestión como el salmista de decir: de mañana te buscaré, es decir, Tú Señor eres lo primero, mi confianza está en Tí. Porque entonces ya no importa el cómo ni el cuando del resto de las cosas, tan siquiera cuando se hacen cuesta arriba. Porque se trata de vivir una vida, y si nuestras vidas están en Sus manos bien deberíamos decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.

Después de todo, me alegra saber que no depende ni del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. Así que no se me ocurre un mejor deseo para este año que viene que pedir que Dios nos muestre su misericordia y que los hombres conozcan el don de Dios, el motivo de la Navidad, que siendo aun pecadores Dios nos amó de tal manera que se hizo hombre para morir por nuestros pecados en la cruz, cargando así con nuestra maldición a fin de que seamos benditos, es decir FELICES.

Feliz Navidad y feliz año nuevo.

viernes, 24 de noviembre de 2006

Hurt de Johnny Cash - Letra de canción

Hurt de Johnny Cash (con dos "enes"), me la presentó un viejo amigo hace un tiempo y desde entonces estaba decidido a pincharla aquí. La verdad que tenía otras en mente, pero como resulta que me enganchó, fué escalando puestos entre mis temas favoritos, pese a que nunca hubiese creido que el country (si es que esto se llama así) alguna vez llegaría a gustarme. Pero lo cierto es que me gustó. Quizás fue el sentimiento, la sinceridad y porqué no, el ritmo melancólico, pero sobre todo a la postre su letra. En fin, espero que disfruten del sentimiento y el ritmo y se han conmovidos por esta canción, que intuyo que no nació del ritmo de una pluma sobre el papel, sino de las marcas de la vida sobre la piel. Aprendamos en la medida de lo posible de estas cicatrices, aunque sean ajenas y el dicho juegue en contra nuestra. Bon appetit.

DAÑO - HURT

Me he dañado hoy - I hurt myself today
Para ver si aún siento - To see if I still feel
Me concentro en el dolor - I focus on the pain
La única cosa que es real. - The only thing that's real
La aguja rasga un agujero, - The needle tears a hole
La familiar y vieja punzada - The old familiar sting
Trato de borrarlo todo de una vez, - I try to kill it all away
Pero recuerdo todas las cosas. - But I rememner everything

En que me he convertido - What have I become
¿Mi dulce amigo? - My sweetest friend?
Cada uno yo sé - Everyone I konow
Se van lejos al final - Goes away in the end

Tu puedes tenerlo todo - You could have it all
Mi imperio de la suciedad - My empire of dirt
Te dejare caer - I will let you down
Te haré daño - I will make you hurt

Llevo puesta esta corona de mierda - I wear this crown of shit
Sobre mi silla de mentiroso - Upon my liar's chair
Lleno de pensamientos rotos - Full of borken thoughts
Que no puedo reparar - I cannot repair
Debajo de las manchas del tiempo - Beneath the stains of time
Los sentimientos desaparecen - The feelings disappear
Tu eres alguien más - You are someone else
Yo sigo aquí - I am still right here

En que me he convertido - What have I become
¿Mi dulce amigo? - My sweetest friend?
Cada uno yo sé - Everyone I konow
Se van lejos al final - Goes away in the end

Tu puedes tenerlo todo - You could have it all
Mi imperio de la suciedad - My empire of dirt
Te dejare caer - I will let you down
Te haré daño - I will make you hurt

Si pudiera empezar de nuevo - If I could start again
Un millón de millas atrás - A million miles away
Me cuidaría - I would keep myself
Encontraría una manera. - I would find a way.

Hurt by Johnny Cash - American IV: The Man Comes Around


Videoclip:
en Youtube

en Lost Highway Records

El rey Salomón, Johny Cash, tú y yo

Aunque tú y yo estuviéramos tan lejos en el espacio, como Johnny Cash de Salómon en el tiempo, aún así todos nosotros, los cuatro, tendríamos algo en común. Johnny Cash lo llamó su Imperio de Suciedad, Salomón lo llamó su Insensatez, y la verdad es que lo dejaron tan bien expresado cada uno con sus reflexiones, uno cantando y otro narrando, que poco más podríamos añadir. Y puesto que transcribí la canción de Cash, lo justo sería que transcribiera el testimonio de Salomón.

ECLESIASTÉS 2:1-11

Me dije a mi mismo: Ven ahora, te probaré con el placer; diviértete.
Y he aquí, también esto era vanidad.

Dije de la risa: Es locura; y del placer: ¿Qué logra esto?

Consideré en mi corazón estimular mi cuerpo con el vino,
mientras mi corazón me guiaba con sabiduría, de cómo echar mano de la insensatez,
hasta que pudiera ver qué hay de bueno bajo el cielo
que los hijos de los hombres hacen en los contados días de su vida.

Engrandecí mis obras, me edifiqué casas,
planté viñas para mí; me hice jardines y huertos,
y planté en ellos toda clase de árboles frutales;
me hice estanques de aguas para regar los bosque donde crecían los árboles.

Compré esclavos y esclavas, y tuve esclavos nacidos en casa.
Tuve también ganados, vacas y ovejas, más que todos los que me precedieron en Jerusalén.

Reuní también para mí plata y oro y el tesoro de los reyes y de las provincias.
Me proveí de cantores y cantoras,
y de los placeres de los hombres, de muchas concubinas.

Y me engrandecí y superé a todos los que me precedieron en Jerusalén;
también la sabiduría permaneció conmigo.
Y de todo cuanto mis ojos deseaban, nada les negué,
ni privé a mi corazón de ningún placer,
porque mi corazón gozaba de todo mi trabajo,
y ésta fue la recompensa de toda mi labor.

Consideré luego todas las obras que mis manos habían hecho
y el trabajo en el que me había empeñado,
y he aquí, todo era vanidad y correr tras el viento, y sin provecho bajo el sol.

Johnny habló de la heroína, este rey habló del vino, y tu y yo bien podríamos hablar de otras cuestiones que están alimentando lo que Cash llamó su Imperio de la Suciedad, y Salómon su Insensatez, y pese a que las nuestras nunca lleguen a resultar tan despreciables, al menos a los ojos de la sociedad, en cualquier caso no es a las formas a lo que me vengo a referir sino al fin de todo esto. Porque aunque uno y otro alcanzaron la gloria delante de los hombres y fueron alabados, ambos consideraron al final de sus días que nada valió la pena.

Pero quien dice que es lo que vale la pena. Bueno, supongo que alguien que ha descubierto lo que en cambio no vale la pena. Y es curioso, pero ambos, tanto Johnny como el rey, llegaron a la misma conclusión. Cash se convirtió a Cristo y Salomón también se convirtió al Señor. A Cash el Señor le libró, le limpió de aquel Imperio de Suciedad, a Salomón el Señor le restauró la sensatez, y a mí... a mí pese a mi joven edad, pese a que no he probado casi nada de lo que no vale la pena, y aún de ese poco me arrepiento, puedo al menos decir que no he descubierto nada mejor que... recibir el Reino de Dios en lugar de ese Imperio de Suciedad, y andar el camino de la Sabiduría que es Cristo en lugar del camino de la Insensatez, ¡sí! sin duda, no conozco nada mejor ¿Y tú?

Un saludo, sigamos reflexionando.