martes, 27 de noviembre de 2007

Emilio Calatayud, juez de menores

Ya me habían hablado de la disertación de este hombre sobre la situación actual de la juventud, pero aún no había dado con ella hasta que una amiga tuvo la genial idea de hacer un envío masivo (gracias) y la verdad, me ha parecido muy coherente. De hecho me sorprendió, o se quedaron corto con la descripción o fui muy ingenuo. El caso es que ahora la he escuchado y me ha gustado. Tanto, que ya que soy muy vago para usar el correo para hacer estas cosas, al menos, quería colgarlo si con eso también ayudaba a difundirlo.

Primera parte

Segunda parte

Bueno, en lo que a mí respecta estoy totalmente de acuerdo con las palabras de este hombre. Así que destacar algo en concreto sería, en mi caso, hacer una transcripción de la charla (lo cual no sería una mala idea). No obstante, al final de la exposición (2ª parte del video, 8'40''), hay una breve reflexión muy interesante en la cual tal vez radique la clave, o al menos una de ellas.

Ahí está hablando de que la sociedad española tiene un complejo de joven democracia. Pero yo creo que no es sólo eso, de hecho este problema que vivimos en España se está sucediendo de una u otra forma en otras naciones que en cambio tienen mucho más bagaje democrático. Por tanto el problema ha de ser mucho más profundp.

Puede que nos de miedo decir hasta aquí, por si nos distinguen con los tiempos pasados; dice Emilio Calatayud haciendo referencia al franquismo. Bien, puede que ésta sea una buena ilustración, pero como he dicho creo que esto va mucho más allá. No sé qué opinaréis. En mi modesta opinión, en realidad todo lo que implique oponerse a la cosmovisión postmoderna de la vida nos da miedo. Hay miedo a romper el molde que impone la sociedad. En realidad, a todos nos da miedo reconocer nuestros propios errores, ¿miedo a avergonzarnos o miedo a ser confrontados? En cualquier caso, la experiencia nos dicta que es más coherente una praxis basada en los principios bíblicos, que una carente de principios porque piensen que no hay más dios que el hombre. No seamos ingenuos, no existen muchos caminos, sólo uno: aquel que obra la justicia y la verdad. Pero hasta aquí la cosmovisión actual sólo pretende difuminar estos valores, trivializarlos y relativizarlos. En tanto así sea, en tanto no haya coraje para decir un No contundente como expresa este juez de menores, ésta sociedad no alberga mucha esperanza para su futuro inmediato.

1 comentario:

Manuel Morrison dijo...

Como bien dices, quizás no sea tanto un problema de joven democracia ni de temor a relacionarnos con tiempos pasados. La falta de sentido común y de respeto lleva a las personas a esa vanalidad de la que habla este hombre. "No tengo nada que rija mi vida, por tanto, todo vale".
Dios trató de hacernos entender hace dos mil años que lo que nos debe mover es el amor, porque es lo único que sana y da identidad al hombre. Cuando comprendes que Él te ama como eres, no te queda más remedio que amar. Parece que nos resistimos a creerlo. Uno no hace las cosas bien por temor al castigo (ya sea cárcel o infierno para el creyente), lo haces por amor y agradecimiento a quien lo dió todo por tí sin merecerlo.
Gracias Fran, indagador como siempre.